¿Qué es el placer? Una mirada más allá de lo físico

El placer no se enseña, se recupera. Esta entrada te invita a mirar tu historia con el placer, desmontar mitos y explorar tu derecho a sentir sin culpa.

1. SEXUALIDAD Y PLACER

Sexologalex

8/4/2025

Introducción

Hablar de placer incomoda. No porque sea dañino, sino porque ha sido históricamente negado, silenciado o condicionado. Para muchas personas, el placer no fue algo que se aprendió sino algo de lo que se huía o escondía.

Tal vez te enseñaron que era algo íntimo, sí, pero no en el sentido de lo cuidado, sino de lo prohibido. Tal vez tu historia sexual empezó sin espacio para el deseo, o marcada por el deber, la confusión o el miedo.

Por eso esta entrada no busca definir el placer de forma técnica. Busca abrir un espacio para que lo pienses desde tu cuerpo, tu historia y tu forma única de sentir. Porque el placer no es una receta: es un lenguaje propio que puede (re)descubrirse.

1. El placer no es solo físico. Es relacional, simbólico, histórico.

Reducir el placer a lo genital o al orgasmo es una de las trampas más comunes de la cultura en la que vivimos.
Y no es casual. Esa idea ha sido reforzada por la pornografía, por los discursos médicos centrados en el “funcionamiento” del cuerpo, e incluso por algunas terapias sexualizadas sin ética.

Pero el placer no empieza en los genitales. Empieza en el permiso. En el respeto a nuestro propio cuerpo. En la escucha atenta a nuestro cuerpo.
En la mirada que no juzga.
En el cuerpo que no se esconde ni se avergüenza.
En el vínculo que no impone.

El placer auténtico se sostiene en la seguridad emocional.
Si no hay confianza, si hay juicio, si hay miedo o presión, no hay espacio interno suficiente para sentir.

2. El placer también está marcado por lo que viviste

Cuando hablamos de placer, no hablamos solo de la capacidad biológica que tenemos.
Hablamos también de historia de vida.
De experiencias previas.
De creencias que aprendiste sin darte cuenta.

Muchas personas no sienten placer no porque “tengan algo mal”, sino porque lo que han vivido no les dio permiso para sentirlo.

Tal vez en tu infancia no se hablaba del cuerpo más que para corregirlo.
Tal vez en tus vínculos hubo experiencias que marcaron distancia entre el deseo y el afecto.
Tal vez aprendiste que si sientes placer, pierdes valor.

Todo eso no desaparece con una técnica. Se nombra. Se valida. Se trabaja.

3. ¿Dónde empieza, entonces, el camino del placer?

El camino empieza cuando dejas de exigirte “sentir más” y empiezas a preguntarte:
¿Qué necesito para sentir con verdad?

Puede que necesites empezar por tu respiración.
O por mirar tu cuerpo sin insultarlo.
O por reconocer que te cuesta identificar lo que deseas y eso también es parte del proceso.

A veces, el primer paso hacia el placer es nombrar la desconexión sin culpa.

Porque el placer no es un deber.
No es una meta que debes alcanzar para “ser suficiente”.
Es una posibilidad que se abre cuando hay espacio, tiempo, seguridad y deseo.

Cierre reflexivo

No naciste para cumplir expectativas ajenas sobre tu placer.
Naciste con derecho a descubrirlo a tu ritmo.
Y aunque no hayas tenido esa oportunidad antes, aún puedes dártela.

“El placer no se impone. Se escucha. Y se honra.”

Dale una vuelta a este tema

Quizás hoy no se trata de sentir más sino de sentir distinto.
Desde el cuerpo que tienes, la historia que viviste, y la ternura que hoy estás dispuesta a darte.