¿Cómo hablar de sexo sin sentir vergüenza?
Hablar de sexualidad sigue siendo difícil: en la familia, en la escuela, en la pareja. ¿Por qué nos incomoda tanto? ¿Cómo podemos empezar a tener conversaciones más honestas y humanas sobre el deseo, el cuerpo y el placer?
4. COMUNICACIÓN Y VÍNCULOS
Sexologalex
7/14/2025


Sin vergüenza al hablar de sexo: claves para la conversación familiar, escolar y de pareja
Introducción
Hablar de sexo no debería ser difícil. Pero lo es. Para muchas personas, incluso pronunciar la palabra “sexo” genera nervios, evasivas o incomodidad. Nos falta vocabulario, nos sobra miedo, y a menudo arrastramos una historia personal y cultural, de silencio, censura o culpa.
Este bloqueo no es casual: nace en la infancia, se refuerza en la escuela y se perpetúa en la vida adulta. Pero abrir el diálogo es posible. En esta entrada exploramos cómo superar la vergüenza y empezar a hablar de sexualidad con confianza, sensibilidad y conciencia en casa, en el aula y en el vínculo de pareja.
1. En la familia: sembrar la confianza desde la infancia
La primera “escuela” de sexualidad es el hogar. Pero, muchas veces, ese aprendizaje está marcado por el silencio, el castigo o la evasión.
¿Cómo empieza la vergüenza?
Muchos niños y niñas escuchan frases como:
“Eso no se pregunta.”
“Ya tendrás edad para saber esas cosas.”
“¡Qué cochin@! No toques ahí.”
Estas respuestas no solo no resuelven la duda: dejan huella emocional. Enseñan que lo sexual es algo prohibido, vergonzoso o incluso malo.
¿Qué pasa cuando evitamos hablar?
Se crea un vacío lleno de dudas.
Ese vacío se llena con miedo, vergüenza, fantasías erróneas o pornografía.
El silencio infantil se convierte en dificultad adulta.
La sexualidad no se enseña en una charla, se transmite todos los días. A través de palabras, gestos, omisiones y silencios.
¿Qué podemos hacer diferente?
Responder con naturalidad: Cuando un@ niñ@ pregunta de dónde vienen los bebés, no necesita una clase de anatomía, sino una explicación sencilla y respetuosa.
Nombrar el cuerpo con sus palabras reales: Vulva, pene, testículos, clítoris.
Aceptar la curiosidad como algo sano: La sexualidad no empieza con la vida sexual, sino con el cuerpo, el afecto, los vínculos.
·Enseñar límites y autonomía desde la infancia:
Permitir que niñ@s expresen sus emociones, incomodidades y preferencias, incluso al saludar a los adultos de la familia o el entorno, es una forma temprana y poderosa de prevención del abuso sexual infantil.
Obligar a dar un beso o saludar a alguien con contacto físico si no lo desean les enseña que su “no” no tiene valor. En cambio, respetar su decisión fortalece la confianza en su propio cuerpo y su derecho a decir “esto sí” y “esto no”.
La educación sexual no es una amenaza a la inocencia, educar en sexualidad desde la infancia también es enseñar protección, autocuidado y respeto por uno mismo.
2. En la escuela: mucho más que anatomía
En muchas escuelas, la “educación sexual” se reduce a una clase de biología, a veces ni eso. Se habla de aparato reproductor, pero no de emociones, consentimiento, placer, orientación o identidad.
Esto genera dos problemas:
1. Información parcial: Sabemos qué órganos tenemos, pero no cómo habitarlos.
2. Espacios de silencio: El desconocimiento favorece el bullying, los estereotipos y el miedo.
¿Qué puede hacer una escuela con compromiso?
Enseñar desde la infancia: No se trata de enseñar sexo, sino de enseñar respeto, diversidad, autocuidado.
Formar a docentes: No todos tienen las herramientas para hablar de estos temas con claridad y sin juicio.
Involucrar a las familias: Hacer comunidad alrededor de la educación sexual fortalece la confianza entre escuela y casa.
3. En la pareja: del silencio heredado al diálogo honesto
Aunque la sexualidad es una parte íntima de la vida en pareja, muchas personas no saben cómo hablar de sus deseos, miedos o fantasías.
Y esto tiene raíz en lo aprendido: si no pudiste hablar en casa o en la escuela, es normal que no sepas cómo hacerlo en pareja.
Algunas señales de una comunicación limitada:
Se evita hablar de lo que no funciona.
Se confunde deseo con obligación.
Se sienten culpa o vergüenza al pedir algo nuevo.
¿Qué puede ayudar?
· Elegir un momento tranquilo y sin presión: La cama no siempre es el mejor lugar para hablar.
· Usar comunicación asertiva: “Yo siento”, “me gustaría”, “me incomoda cuando…”
· Crear rituales de diálogo sexual: Una pregunta mensual, una carta compartida, una charla con un café, por ejemplo.
La sexualidad no es solo cuerpo: es lenguaje, escucha, complicidad.
Herramientas prácticas para comenzar
Juego del sí/no/tal vez: Escriban prácticas, deseos o situaciones en tarjetas y cada persona indica si le gustaría, no le interesa o quiere saber más.
Diario corporal: Una vez por semana, escribe cómo te sentiste con tu cuerpo, qué notaste, qué te gustaría explorar.
Lecturas compartidas: Escoge un libro o artículo sobre sexualidad o un relato y compartan sus opiniones. No es terapia, pero sí conexión.
Cierre reflexivo
Hablar de sexo sin vergüenza no es algo que sepamos hacer por instinto. Es una práctica que se aprende, se elige y se cultiva con respeto.
Cuanto más claras se vuelven nuestras palabras, más libres se vuelven nuestras relaciones.
Dale una vuelta a este tema.
¿Dónde aprendiste tú a hablar (o no hablar) de sexualidad?
¿Qué silencio heredaste y qué conversación te gustaría iniciar?
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